GUERRERO: Tala ilegal, narcocultivos y agricultura industrial, claves en el aumento de incendios en Guerrero: especialistas

Por Caterina Morbiato El Sur / Ciudad de México

* La entidad es la segunda en el país en superficie afectada por el fuego este año. La nueva temporada de quemas forestales en el país podría durar de dos a tres años, alertan. Si no cambian las políticas ambientales, cada año se destruirá más de medio millón de hectáreas de bosque.

El 14 de abril pasado, una gigantesca humareda en el bosque del Calvario, municipio de Chilpancingo, provocada por un incendio forestal Foto: Rosendo Betancourt Radilla

La temporada de incendios le está pasando factura al estado de Guerrero, el segundo a nivel nacional en hectáreas afectadas: 17 mil 32 en el periodo que va del I de enero al 29 de abril, de acuerdo con datos recientes de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), encargada de registrar la embestida de estos siniestros forestales cada año.

Funcionarios y especialistas consultados por El Sur reconocen una serie de factores económicos que a lo largo de los últimos 50 años, han hecho de Guerrero un territorio particularmente expuesto a los desastres del fuego. La disputa por la siembra de estupefacientes como amapola y mariguana, la proliferación de la tala ilegal. el abandono de los sistemas agrícolas tradicionales junto con el empleo de agroquímicos para disecar la maleza antes de quemarla son elementos determinantes en el descontrol de los incendios. En sobrevuelos realizados durante la segunda semana de abril en la región de Chilpancingo, integrantes de la Conafor estatal constataron que los cultivos ilícitos representaban 50 por ciento de las zonas incendiadas con alrededor de 200 quemas.

“En Guerrero hay grupos alternativos de seguridad, zonas en donde prácticamente tenemos que pedir permiso para entrar dice a El Sur Edgar Toribio. representante estatal de Conafor -Hay zonas en donde nos permiten el acceso y otras en donde no. como Coyuca de Catalán y Nuchitlán del Progreso. Conocemos los municipios en donde sucede esto: o les impiden el paso a los combatientes o si ya están combatiendo el fuego les invitan a retirarse”, agrega el funcionario. Añade que por estas circunstancias durante el año pasado no pudieron atender a tempo los incendios en Tierra Caliente, donde se quemaron las superficies forestales más amplias. Y aclara que los trabajadores de Conafor nunca han tenido afectaciones mayores a su seguridad.

El último reporte semanal de Conafor -hasta el 29 de abril- también muestra que 40 por ciento de los incendios forestales a nivel nacional habría sido ocasionado por actividades ilícitas.

“Si no es para mi, no es para nadie”

Edgar Cruz es gerente nacional de manejo del fuego de Conafor y se ha dedicado a apagar incendios forestales los últimos 26 años. A lo largo de este tiempo ha observado un empeoramiento del problema debido a la migración que ha debilitado el tejido social y provocado un fuerte abandono de los territorios, o por la consolidación de grupos de la delincuencia organizada que a menudo se sirven del fuego como herramienta contra pobladores y enemigos. “Como que la lógica es: si no es para mí. no es para nadie. Se afecta el espacio con el fuego y si un grupo invade el espacio del otro se generan enfrentamientos. Entonces hay esta situación: cada quien por su lado, esperando a ver si el otro ingresa a su espacio. Pero al mismo tiempo no permiten que nadie más, ni siguiera combatientes (bomberos), entren a ese espacio”, relata Cruz a El Sur.

Otro factor que ha transformado el contexto agrícola mexicano en décadas redentes. tiene que ver con la ampliación de áreas para cultivos con un alto valor de mercado. Al igual que en Michoacán y Jalisco, también en Guerrero la multiplicación de incendios tiene una correlación con el establecimiento de pastizales para la ganadería o monocultivos como el aguacate, el agave para tequila o mezcal y la palma de aceite. Como explica Enrique Jardel, profesor de ecología y manejo forestal en el Departamento de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad de Guadalajara, en estos casos “el problema no es tanto de incendios sino de deforestación, modificación de la cobertura vegetal y cambio de uso de suelo. Los incendios son resultado de eso. Se usa el fuego para desmontar y eliminar bosque de manera ilegal.

Tala ilegal y devastación del tenitorio

Otra actividad ilícita que repercute en la propagación de incendios forestales en Guerrero, y que ha crecido considerablemente tras el desplome del mercado de la goma de opio, es la tala ilegal de madera.

Los talamontes suelen extraer las partes del árbol de mayor valor para dejar tirados los residuos. Sin ningún tratamiento, estas sobras se acumulan y generan más combustible forestal, es decir toda esa biomasa que terrnina alimentando el fuego. Accidental o provocado, con estas condiciones un incendio llega a ser mucho más catastrófico.

“En algunas áreas protegidas. con la gente de las comunidades se han realizado acciones de prevención de incendios: brechas cortafuego o manejo del combustible. Ahí ves los resultados de un bosque más saludable. Pero donde no hay un control del territorio por sus dueños y se meten otros actores, el problema es más grave”, explica Jardel.

En entrevista con El Sur, el también socio fundador del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) recuerda el caso del ejido El Balcón, municipio de Ajuchitlán del Progreso. Por cuatro décadas, El Balcón fue una experiencia exitosa de manejo forestal comunitario con generación de empleos, mejoras en vivienda y servicios médicos, conservación de la biodiversidad.

Ahora. después de que grupos de la delincuencia organizada lograran adueñarse del codiciado negocio de la tala, este proyecto de silvicultura comunitaria se encuentra en estado de deterioro.

Jardel señala la urgencia de fortalecer el trabajo comunitario, ya que “a final de cuentas estos incendios son un síntoma de un problema más amplio: se necesita una política integral, que no se centre nada más en combatir incendios. El manejo del fuego se tiene que integrar dentro de la gestión del territorio. el manejo productivo, la protección de áreas relevantes para la conservación. Ahí concurren muchas cosas. Entran los tres órdenes de gobiemo y las comunidades indígenas, los ejidos, los propietarios particulares. Es todo un reto”.

En palabras de Edgar Cruz, en México todaviá falta trabajar más para tener una “cultura del uso del fuego”. La política que ha reinado hasta el momento se enfoca rnás en combatir los incendios en lugar de atender sus causas.

“Es complejo si el territorio está bajo el control de grupos organizados de diferente tipo o si está siendo incendiado por un cultivo más productivo que sólo los árboles —expone el funcionario de Conafor—. Hay lugares en donde es permisible hacer una explotación forestal, pero se tiene que cumplir con requisitos y hacerlo bajo ciertas características técnicas para que el bosque, aunque se aproveche, se mantenga.”

Muchas veces estos estudios se omiten para ganar en tiempo y dinero. la corta se realiza de manera ilícita y los requisitos quedan en letra muerta “Las autoridades locales tienen atribuciones, hay contrapartes relacionadas con la protección del medio ambiente y la investigación del delito. hace fatta trabajar esto en nuestro país -insiste Cruz-. No sé desde qué década nos volvimos más irrespetuosos hacia la normatividad. Muchas veces. los directivos fomentaron la situación de ilegalidad con que se manejan los incendios y de pronto se ha vuelto normal porque a n.I social. se sabe. no pasa nada”.

Un escenario futuro nada alentador

Víctor Manuel Velasco es investigador del Instituto de Geofísica (Igef) de la Universidad Nacional Autónoma de México y ha creado el “Primer pronóstico forestal a largo plazo del mundo”, junto con estudiantes del Igef. del Centro de Ciencias de la Atmósfera y del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología. Gracias a la aplicación de algoritmos, inteligencia artificial y validaciones naturales -la comprobación con patrones del mismo fenómeno en años anteriores-, Velasco y sus colaboradores calculan que la nueva temporada alta de incendios forestales en México podría durar de dos a tres años.

“El pronóstico de cualquier fenómeno natural no es sencillo. y más cuando es a largo plazo. Para realizarlo tuvimos que inventar nuevas matemáticas que permiten analizar la gran mayoría de los factores que intervienen en un incendio forestal”, comenta Velasco a El Sur.

Para Guerrero, continúa, hay que tomar en consideración la oscilación del Pacífico. los fenómenos de El Niño y La Niña y, de manera indirecta, la oscilación oceánica del Atlántico, los huracanes y las sequías. El escenario futuro que se presenta, advierte, no es positivo. Si siguen las políticas ambientales insuficientes, cada año se quemará más de medio millón de hectáreas, mientras que los incendios forestales pueden llegar a más de 10 mil.

Tras haber terminado el pronóstico nacional -ya en proceso de publicación en una revista científica internacional-, los universitarios se enfocarán ahora en estudiar características específicas de las distintas entidades federativas. Se trata de análisis complejos que requerirían del interés y la colaboración de los gobiernos locales, apunta Velasco. “Estamos en la mejor disponibilidad para capacitar al personal de los estados y de los centros estatales de Conafor.

“Quienes trabajan con incendios podrían entender perfectamente el pronóstico y realizar uno propio”, agrega Velasco, que además insiste en el rol esencial de la sociedad civil en el combate a los incendios. Evitar que en Guerrero ocurran tantos incendios forestales, dice, abonaría a la economía -incentivaría el turismo que disminuye con el humo- y garantizaría una mejor calidad del aire.

En tiempos de covid-19. este aspecto ha cobrado particular relevancia: las personas con problemas cardiovasculares y respiratorios figuran entre las más vulnerables al SARS-CoV-2. El humo de los incendios forestales, con altas concentraciones de partículas finas que pueden durar incluso meses en el ambiente, perjudica aún más a esta población. Cuidar fos bosques, enfatiza el investigador, “no sólo implicaría un mejoramiento del aire, sino tener alimentos sin tantos químicos: esto minimizaría los efectos de cualquier enfermedad o pandemia”.

Leave a comment